EL PEQUEÑO GRAN BARCO DE PAPEL
autor: Rodrigo Parra
Era una lluviosa tarde de mayo, de esas que se veían antes cuando llovía tanto pero tanto que no podías nisiquiera asomar la nariz por la ventana. Por lo mismo el pequeño Capitán debió quedarse dentro de su casa y esperar a que saliera el sol para salir a jugar a la calle con sus amigos.
El pequeño Capitán es muy creativo y supo inmediatamente con que entretenerse, ¡la lluvia no sería un impedimento para pasarlo bien esa tarde!. Con todo su talento marinero, tomó una hoja de papel y comenzó a doblarla en varias partes y consiguió armar un pequeño gran barco de papel. Pero sus ideas no terminaban ahí, fue en busca de lápices de colores y dibujó en su barquito detalles como ventanas, un ancla y hasta un timón. Al terminar lo levantó muy orgulloso: “¡Quedo fantástico!.. ahora solo debo hacerlo navegar”.
Fue hasta la cocina de su casa y sin que nadie lo viera sacó un plato, el más grande y hondo que encontró. Llenó el plato de agua y en el posó su barco. “Es muy pequeño el espacio” – pensó, viendo que no tenía suficiente lugar para navegar. Corrió entonces al baño y llenó la bañera ¡hasta arriba!, posó su barquito en el agua y claro, aunque ahora tenía más espacio el agua estaba muy tranquila y serena. Él sentía que su gran barco merecía una gran aventura. En ese momento miró por la ventana y vio que en el patio estaba la piscina plástica dónde él se baña en el verano y la cual su mamá le pidió tantas veces que guardara. La piscina estaba llena de agua que se movía tormentosa al ritmo de las gotas de lluvia al caer. “¡Esa si es una aventura para mi barco!” – pensó inmediatamente el Pequeño Capitán. Sin perder un segundo se puso su impermeable para la lluvia, sacó el paraguas de su papá y salió a jugar con su barco en la inundada piscina plástica.
El barco ahora tenía gran espacio y una gran aventura, se movía para todos lados al ritmo del tormentoso clima de piscina. ¡Su barquito estaba feliz!, pero luego de unos minutos la lluvia cesó y el barquito nuevamente estaba inmóvil, pensó inmediatamente que debía encontrar una aventura aún mayor, que estuviera al nivel que su gran barco lo merecía.
El pequeño Capitán tomó su barquito y esquivando charcos de barro corrió hasta el borde de la calle por donde la lluvia había dejado un pequeño río que corría justo al lado de la vereda. “¡Esta si será una gran aventura para mi barco!”. Con una sonrisa lo miró y agachándose lo dejó sobre aquel tormentoso y pequeño río.
El barquito rápidamente se alejó, el pequeño Capitán se quedó en el lugar hasta perderlo de vista. Él sabía que la felicidad del barquito estaba en encontrar su propia aventura por el mundo aunque no fuera a su lado. y alzando su mano hacia el cielo, se despidió de su pequeño gran barco de papel.
FIN
Si te gustó nuestro cuento puedes ecuchar la versión narrada por María José Armijo, actriz y psicopedagoga.